UNA VOCE AGUASCALIENTES es una asociación católica que agrupa fieles laicos de nuestra diócesis que buscan promover el uso de la liturgia según el «Rito Gregoriano», en especial la Santa Misa conocida también como tridentina, de San Pio V o Tradicional. Esta iniciativa responde al llamado de S.S. Benedicto XVI que nos pide interpretar la historia reciente de la Iglesia bajo la hermenéutica de la continuidad: «Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande». Estas palabras del Santo Padre están tomadas de la carta dirigida a los obispos del mundo que acompaña el Motu Proprio “Summorum Pontificum”, con la cual explica su decisión de reconocer y restaurar los derechos y libertades de la liturgia católica conforme las normas vigentes en 1962 (anteriores a la reforma post conciliar de 1970) y con ello permitirnos «vivir la experiencia de la Tradición» que a tantos hombres y mujeres santos nutrió en siglos anteriores. Nuestro objetivo es dar a conocer este tesoro de la liturgia a toda persona, clérigo o laico, que desee enriquecer su herencia litúrgica dentro del rito romano. Asimismo nuestro empeño está en facilitar los medios para que este venerable Rito se celebre y aproveche de la mejor manera. «Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de darles el justo puesto.» S.S. Benedicto XVI.

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domingo, 11 de septiembre de 2011

LA INTOLERANCIA DOCTRINAL: Por Louis Edouard Cardenal Pie.




CONDENAR LA VERDAD A LA TOLERANCIA ES FORZARLA AL SUICIDO

Es de la esencia de toda verdad no tolerar el principio contradictorio. La afirmación de una cosa excluye la negación de esa misma cosa, como la luz excluye las tinieblas. Allí donde nada es cierto, donde nada es definido, los sentimientos pueden estar divididos, las opiniones, pueden variar.


Yo comprendo y pido libertad en las cosas discutibles: in dubüs libertas. Pero cuando la verdad se presenta con los distintivos de certeza que la distinguen, por lo mismo que es verdad ella es afirmativa, es necesaria y, por consecuencia, es una e intolerante: In necessarüs uñitas. Condenar la verdad a la tolerancia es forzarla al suicidio.

La afirmación se aniquila si ella duda de sí misma, y duda de si misma si permanece indiferente a que la negación se coloque a su lado.

Por eso, mis hermanos, por la necesidad misma de las cosas, la intolerancia es necesaria en todo, orden y desorden, en todas partes lo verdadero no soporta lo falso, el bien excluye el mal, el orden combate el desorden. ¿Qué más intolerante, por ejemplo, que esta proposición: “dos mas dos son cuatro”? Si usted viene a decirme que dos y dos son tres, o que dos y dos son cinco, le responderé que dos y dos son cuatro. Y si usted me dijera que no impugna mi manera de contar, pero que mantiene la suya, y me pide ser tan indulgente con usted como usted lo es conmigo, permaneciendo yo totalmente convencido de que tengo la razón y que usted esta equivocado posiblemente yo me callare, en rigor, porque después de todo mi importa muy poco que haya sobre la tierra un hombre para el que dos mas dos son tres o cinco.

Pero si se trata de la verdad religiosa, enseñada o revelada por Dios mismo, si va en ello vuestro destino eterno y el de la salvación de mi alma, por consiguiente ninguna transacción es posible. Me encontrareis inflexible, y debo serlo. Es condición de toda verdad el ser intolerante, pero siendo la verdad religiosa la más absoluta y la más importante de todas las verdades, es por lo tanto también la más intolerante y la más exclusivista.

Mis hermanos: nada es tan exclusivo como la unidad; por lo tanto, escuchad la palabra de San Pablo: “No hay en el cielo más que un solo Señor”: unus Dominus. Ese Dios, cuyo gran atributo es la unidad, no ha dado a la tierra más que una solo símbolo, una sola doctrina, una sola fe: una fides.

Y esta fe, este símbolo, Él no los ha confiado más que a una sola sociedad visible, a una sola Iglesia, todos cuyos niños son señalados con el mismo sello y regenerados por la misma gracia: Unum baptisma. De este modo la unidad divina, que reside desde toda la eternidad en los esplendores de la gloria, se manifiesta sobre la tierra por la unidad del dogma evangélico, cuyo depósito ha sido dado en custodia por Jesucristo a la unidad jerárquica del sacerdocio: Un Dios, una fe, una iglesia. "¡Unus Dominus, una fides, unum baptisma!”


"La Iglesia es intolerante en los principios porque cree; pero es tolerante en la práctica porque ama. Los enemigos de la Iglesia son tolerantes en los principios porque no creen; pero son intolerantes en la práctica porque no aman." P. Reginald, O.P.

martes, 9 de agosto de 2011

LA HEREJÍA.


Etimología: El término herejía proviene del griego y significa originalmente la acción de tomar, por ejemplo una ciudad. Luego designó la idea más general de elección, preferencia.

Desde los tiempos apostólicos ya tuvo el sentido que conservaría en el uso eclesiástico universal.

San Pedro en 2 Petr. 2, 1 nos señala tres elementos de toda herejía: se trata de un elemento de perdición, por el cual la vía de salvación es pervertida, llevando a los hombres a la perdición, consiste en una perversión de la doctrina, por parte de falsos doctores, esta perversión de la doctrina siempre consiste en la negación de la divinidad de Nuestro Señor de una u otra forma.

La herejía es la corrupción de la verdadera doctrina, que proviene del hecho de que el hereje sustituye el juicio de la Iglesia por el suyo. En esta corrupción se pueden considerar tres aspectos: la proposición falsa afirmada (la herejía como objeto), la afirmación por parte de un sujeto de esa proposición falsa (la herejía como pecado), y la lesión del bien común resguardado por las leyes (la herejía como delito canónico o civil).

La herejía como objeto. Género y especie: Toda doctrina opuesta a la verdadera fe, sea de un modo negativo, por privación o por oposición, constituye en sí misma una infidelidad. La herejía, siendo una selección hecha por el espíritu humano dentro de las verdades reveladas por Dios, significa, por tanto una verdadera infidelidad positiva. La infidelidad es el género y la herejía una especie.

Santo Tomás precisa que la herejía, siendo una elección dentro de la doctrina, se refiere no al fin mismo de la fe, sino a los medios propuestos para alcanzar ese fin. En el terreno de la fe el fin es la autoridad misma de Jesucristo, y los medios las verdades reveladas cuya aceptación somete nuestra inteligencia a la autoridad divina. Rechazando esa autoridad divina misma se cae propiamente en la infidelidad positiva (naturalismo, paganismo, judaísmo); aceptando en cierta medida esa autoridad pero corrompiéndola por la selección humana de las verdades reveladas se cae en la herejía. No se trata de negar la autoridad de Dios sino de corromper el contenido de lo revelado por Él.

Definición: La herejía es una doctrina que se opone inmediata, directa y contradictoriamente a la verdad revelada por Dios y propuesta auténticamente como tal por la Iglesia.

Detengámonos primero en la contradictoriedad de la herejía respecto a la verdad revelada. La verdad de esta característica queda señalada por el hecho de que cuando la iglesia define una proposición herética solo a contradictoria es necesariamente verdadera. Por ejemplo, si “Cristo es un puro hombre” es una proposición herética, solamente la contradictoria será necesariamente verdadera (Cristo no es un puro hombre), mientras que las contrarias podrán ser igualmente falsas (Cristo es un puro espíritu, etc.).

Consideremos ahora la proposición de la verdad de fe por parte de la Iglesia. Una verdad es de fe divina cuando tiene como motivo para el asentimiento de la inteligencia la revelación divina conocida como tal, pero es de fe católica cuando tiene por regla la enseñanza de la Iglesia.

La herejía como pecado: En cuanto a la materia del pecado de herejía solo puede serlo aquella proposición que constituye objetivamente una herejía, es decir una doctrina que se opone a la fe no solo en cuanto de origen divino sino propiamente en cuanto propuesta por la Iglesia. No olvidemos que la nota característica de la herejía es el apartarse de la regla de la fe constituida por el magisterio de la Iglesia. Por tanto, en el caso de rechazar una proposición de fe divina conocida como tal por una revelación privada no habría herejía sino infidelidad.

El acto de herejía: El acto de herejía es un juicio erróneo de la inteligencia bajo la influenciad e la voluntad. A pesar de que el hereje, al menos en apariencia, acepta al autoridad de Dios que revela, rechaza la enseñanza infalible de la Iglesia como norma para juzgar a cerca de las verdades reveladas. Y este rechazo del magisterio de la Iglesia va junto con la adhesión a otra regla de la fe: su juicio personal. Independientemente del error concreto en el que incurra el hereje, siempre el principio será el mismo: el rechazo del magisterio infalible de la Iglesia; es decir un juicio erróneo referido a la regla de la fe.

Este juicio erróneo se puede realizar de dos maneras:

1. por la negación de ciertos artículos de la fe,

2. por la duda voluntaria y deliberada en referencia a la verdad de los artículos de la fe. No se trata de dudas involuntarias, que son compatibles con la firmeza de la fe; se trata de una duda voluntaria y deliberada.

La duda positiva, por la cual no se afirma, pero que conlleva el debilitamiento del asentimiento del espíritu, conlleva un juicio positivo y erróneo relativo a la regla de la fe: el que duda positivamente se cree en el derecho, por motivos sugeridos por su juicio personal, de no adherir plenamente a una verdad que el Magisterio propone como cierta y revelada por Dios. Todos los teólogos admiten que la duda positiva equivale a la herejía.

Pecado material y pecado formal: Como en todo acto voluntario, cabe en este caso la distinción entre herejía material y formal, siendo ésta última aquella en la cual hay advertencia de la oposición en la cual se encuentra en relación al magisterio de la Iglesia. Esta voluntaria oposición al magisterio de la Iglesia constituye la pertinacia, que los autores requieren para que haya pecado de herejía. Esta pertinacia no se refiere a una larga obstinación en el tiempo, sino que tiene en cuenta la advertencia y la voluntariedad en sí mismas, aunque no duren mucho tiempo.


Tomado de “Centro de estudios católicos Santo Tomás Moro”.

martes, 2 de agosto de 2011

SANTA MISA TRIDENTINA EN AGUASCALIENTES.


Con enorme gozo les comunicamos que el próximo jueves cuatro (4) de agosto a las 16:30 horas, será celebrada la Santa Misa del Rito Tridentino (Forma Extraordinaria), conforme a lo establecido por Su Santidad Benedicto XVI en el Motu Proprio "Summorum Pontificum", en la Parroquia de "El Sagrario" (templo de "El Conventito"), en la ciudad de Aguascalientes, como una iniciativa de la Asociación Privada Diocesana de Fieles Laicos "San Pío de Pietrelcina", con la venia del Excelentísimo señor Obispo de la Diócesis, don José María de la Torre Martín, con el apoyo de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, el apoyo de la asociación "Una Voce Mexico", capitulo Guadalajara, y, sobretodo con el favor, de la SANTÍSIMA TRINIDAD Y SANTA MARÍA SIEMPRE VIRGEN.

Con ésta función sagrada se inicia en nuestra querida diócesis de Aguascalientes la celebración regular de la Santa Misa del Rito Tridentino (Forma Extraordinaria), primero con el apoyo de sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, provenientes de la ciudad de Guadalajara, y después con la asistencia de los primeros sacerdotes de nuestra diócesis que ya se preparan para celebrarla.

LAUDETUR JESUS CHRISTUS.

martes, 26 de julio de 2011

¿COMO TRAZA LA CRUZ UN PUEBLO?


Y haz de saber que un pueblo se realiza tan sólo
cuando traza la Cruz en su esfera durable.
La Cruz tiene dos líneas: ¿cómo las traza un pueblo?
Con la marcha fogosa de sus héroes abajo
(tal es la horizontal)
y la levitación de sus santos arriba
(tal es la vertical de una cruz bien lograda).
Josef, si como pueblo no trazamos la Cruz,
porque la Patria es joven y su edad no madura
la debemos trazar como individuos,
fieles a una celosa geometría.
¡La vertical del santo, la horizontal del héroe!


Leopoldo Marechal.

jueves, 21 de julio de 2011

ORACIÓN ANTES DE INGRESAR A LA INTERNET.


Dios Todopoderoso y eterno, tú que nos has creado a imagen y semejanza tuya, y nos has mandado a buscar todo lo que es bueno, verdadero y hermoso, especialmente en la persona de tu Hijo Unigénito, Señor nuestro Jesucristo.

Te rogamos, que por intercesión de San Isidoro de Sevilla, Obispo y Doctor de la Iglesia, hagas que durante nuestra peregrinación en la Internet dirijamos nuestros ojos y nuestras manos solamente a lo que te es grato y que tratemos con caridad y paciencia a todas las almas que encontremos.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

miércoles, 20 de julio de 2011

LA SANTA MISA (V): Por el R. P. Rafael Navas Ortiz.


CÁNONES DEL SACRIFICIO DE LA MISA

CAN. I. Si alguno dijere, que no se ofrece a Dios en la Misa verdadero y propio sacrificio; o que el ofrecerse este no es otra cosa que darnos a Cristo para que le comamos; sea excomulgado.

CAN. II. Si alguno dijere, que en aquellas palabras: Haced esto en mi memoria, no instituyó Cristo sacerdotes a los Apóstoles, o que no los ordenó para que ellos, y los demás sacerdotes ofreciesen su cuerpo y su sangre; sea excomulgado.

CAN. III. Si alguno dijere, que el sacrificio de la Misa es solo sacrificio de alabanza, y de acción de gracias, o mero recuerdo del sacrificio consumado en la cruz; mas que no es propiciatorio; o que sólo aprovecha al que le recibe; y que no se debe ofrecer por los vivos, ni por los difuntos, por los pecados, penas, satisfacciones, ni otras necesidades; sea excomulgado.

CAN. IV. Si alguno dijere, que se comete blasfemia contra el santísimo sacrificio que Cristo consumó en la cruz, por el sacrificio de la Misa; o que por este se deroga a aquel; sea excomulgado.

CAN. V. Si alguno dijere, que es impostura celebrar Misas en honor de los santos, y con el fin de obtener su intercesión para con Dios, como intenta la Iglesia; sea excomulgado.

CAN. VI. Si alguno dijere, que el Canon de la Misa contiene errores, y que por esta causa se debe abrogar; sea excomulgado.

CAN. VII. Si alguno dijere, que las ceremonias, vestiduras y signos externos, que usa la Iglesia católica en la celebración de las Misas, son más bien incentivos de impiedad, que obsequios de piedad; sea excomulgado.

CAN. VIII. Si alguno dijere, que las Misas en que sólo el sacerdote comulga sacramentalmente son ilícitas, y que por esta causa se deben abrogar; sea excomulgado.

CAN. IX. Si alguno dijere, que se debe condenar el rito de la Iglesia Romana, según el que se profieren en voz baja una parte del Cánon, y las palabras de la consagración; o que la Misa debe celebrarse sólo en lengua vulgar, o que no se debe mezclar el agua con el vino en el cáliz que se ha de ofrecer, porque esto es contra la institución de Cristo; sea excomulgado.

Hasta aquí la enseñanza infalible del Concilio de Trento.

LA SANTA MISA (IV): Por el R. P. Rafael Navas Ortiz.


EL RITO ESTABLECIDO Y NO INVENTADO 

Los Apóstoles a la cabeza de la Iglesia, fundada por Cristo sobre Pedro, han de continuar este supremo acto del Sacrificio en el que se manifiesta el amor de Dios que busca realizar la unión con su criatura (“nadie ama más que aquel que da la vida por aquellos que ama”), fuente de la mayor gloria de Dios, razón de ser de la creación en el que el mismo Cristo continúa por medio del sacerdote realizando este acto el que ofrece el Sacrificio de su cuerpo y de su sangre.

Conviene aclarar lo que se entiende por la palabra rito. El reputado liturgista Mons. Klaus Gamber en su obra “La Reforma de la Liturgia Romana”, prologado por varios obispos y tres cardenales dice que “lo podemos definir como las formas reguladoras del culto que remontándose en definitiva hasta Cristo, han nacido, una a una, a partir de la costumbre general y sancionadas después por la autoridad eclesiástica”. 

Entonces: Los ritos, antes de ser sancionados, es decir, oficializados por la Iglesia siempre fueron, según la misma definición de Rito, primero costumbres de dar culto a Dios, que remontan su origen a la Revelación y que expresan la concepción que tiene la Fe, de Dios, y de todo lo que es el hombre frente a Dios, de las relaciones de la criatura con su Creador. 

Los Ritos también ejercen necesariamente una función pedagógica y, por lo tanto, deben ser fieles a su razón de ser: Vincular, por la Fe que se expresa, al Hombre con Dios, que son realidades distintas y objetivas, como Dios lo estableció. 

Sí; le Rito expresa la Fe, esta correspondencia es necesaria. También es válida para el error, cuando se expresa en ritos, como lo hicieron los herejes. Un cambio de la Fe exige un cambio correlativo en el Rito.

Paul Bourget (escritor católico del S. XIX): “Es menester vivir como se piensa, so pena de terminar, más tarde o más temprano, pensando como se vivió”. Lo mismo para la forma de dar culto a Dios: Es menester celebrar el culto que exprese la Fe revelada por Dios, so pena de terminar creyendo como se celebró. 

Si el Rito expresa la unión de dos realidades, vinculándolas por el culto, (Dios y Hombre) y esas dos realidades no cambian en su naturaleza ni en su esencia, cuando se tiene el Rito apropiado al culto debido, que expresa la Fe revelada, en cierto sentido ese Rito es inmutable. 

Me explico:

1. La Naturaleza tanto divina como humana, vinculadas por el culto dado por medio del Rito, son inmutables (esto se niega si se tiene una fe evolucionista y panteísta o se define la Fe como un sentimiento).

2. La Fe (que debe expresar el Rito) también es inmutable. La fidelidad a lo esencial no puede, sin daño a la Fe, afectarse por la adaptación a lo accidental (esto se niega cuando se define la Fe como un sentimiento que nace de la profundidad del inconsciente y no como el a-sentimiento (sin sentimiento) de la razón a la autoridad de Dios que revela verdades, a la inteligencia, inmutables definidas y propuestas como tales por el Magisterio establecido por Dios; o cuando se hace prevalecer la influencia cultural de geografía, raza, temperamento, evolución histórica, etc.).

Por lo tanto, el Rito como la Naturaleza de Dios y la naturaleza del hombre, como la Fe que debe expresar, después de haber sido costumbre canónica y en esa condición ha sido practicado y aceptado pacíficamente (a veces de tiempos inmemoriales) con el reconocimiento unánime de la Iglesia, es un rito inmutable. De ahí que su fijeza e invariabilidad lo hagan un rito de la Iglesia Universal y no un rito del Padre tal o tal o de la cultura tal o del folclore tal, como pretende el Modernismo. 

Puede, con estas características, haber varios ritos, como de hecho existen desde tiempos inmemorables reconocidos en la Iglesia.

De manera pues que, como vemos: El rito nace de la costumbre general; ya en el Antiguo Testamento el sacrificio inspirado por Dios a Moisés, para anunciar y prefigurar el sacrificio del verdadero Cordero de Dios, se hace de acuerdo a un ritual igualmente establecido o inspirado por Dios.

Es el sacrificio actual de la Nueva y Eterna Alianza realizado por el Verbo Encarnado el que ilumina y da coherencia a la significación de toda la historia Antigua, la cual sería oscura e incomprensible si no se la ilumina por su ordenación al Mesías Redentor. 

Los sacrificios del Antiguo Testamento, dice San Agustín, “eran sólo figuras que presagiaban y simbolizaban de modos diversos el Sacrificio de Cristo”

La realidad instituida por Cristo en la Última Cena será transmitida y continuada de siglo en siglo, por la Liturgia católica que formándose y enriqueciéndose a partir de ese núcleo esencial, de manera comparable a cómo los anillos que se forman alrededor de los troncos de los árboles o también como una joya preciosísima puesta en un anillo alrededor de la cual se añaden con el paso de los tiempos otros brillantes que la resaltan, eso es lo que se conoce como Misa Tridentina o Misa de siempre.

Dice Mons. Gamber: “en sentido estricto no hay Misa Tridentina porque como resultado del Concilio de Trento no se creó un nuevo ordinario de la Misa; el “Misal de San Pío V” no es otra cosa que el Misal de la curia que vio la luz en Roma muchos siglos antes (.....), pero que jamás había sido impuesto de forma obligatoria”.

Nunca existió en la Iglesia hasta 1969, estrictamente hablando, un rito nuevo, teniendo en cuenta el significado de la palabra Rito.

Veamos sucintamente un resumen de la historia de la Misa:

SIGLO I: Nuestro Señor Jesucristo realiza el sacrificio de la nueva alianza prefigurado y anunciado desde tantos siglos instituyendo la Eucaristía y el Sacerdocio

SIGLO II: El acto y la acción del Divino Salvador se transmiten y aparecen los rasgos primitivos del Canon Romano, la Iglesia primitiva llama a la Misa Oblatio y Misterium Fidei como lo atestiguan laDidaché, la epístola de San Clemente, la de Bernabé; los escritos de San Ignacio, san Justino y san Irineo. 

SIGLO III: En Roma se empiezan a marcar las partes del canon Latino, se establecen los elementos dogmáticos de la Misa a través de encíclicas de los papas y en los concilios locales se establece un libro litúrgico en latín, conteniendo el canon para mantener la unidad de lo esencial cuando se celebre la Misa

SIGLO IV: El emperador Constantino concede la paz y la libertad a la Iglesia dando la posibilidad de la celebración pública; en esta época ya encontramos cuatro ritos diversos: el de Antioquia, el de Alejandría, el rito Romano y el Galicano; pero todas las partes de la Misa se encuentran en cada rito desde el Siglo II. En esta época se le da el nombre de Misa. Aparecen las primeras sectas con sus herejías antiliturgicas como la Vigilancio y Arrianismo que negaban la divinidad de cristo, comulgaban de pie y en la mano, disminuyendo por lo tanto los signos de orden y respeto a la Sagrada Eucaristía. No adoraban. 

SIGLO V: A partir de este siglo surgió la tendencia a la unificación occidental sobre el modelo del Santo Canon, enteramente compuesto por las mismas palabras del Señor, de las tradiciones recibidas de los apóstoles y de las devotísimas instituciones de los santos pontífices; el rito Ambrosiano en Milán, la liturgia mozárabe de origen ibérico y las liturgias maronitas de Siria y Malacares que toman lo principal del Canon Romano (Cfr. Denzinger 942)

SIGLO VI: Se enriquece el Canon Romano y se perfecciona a través de oraciones para dar el impulso a la conversión del imperio; sobresale la doctrina esencial del rito del Sacrificio contenida en el Misal, que se resume en dos palabras: Transustanciación y Sacrificio Propiciatorio.

SIGLO VII: San Gregorio Magno consolidó el tronco común delOrdo Misae denominado varios siglos más tarde de San Pío V. A partir de este Papa se considera el texto, el orden y la disposición de la Misa que él nos transmite como una tradición sagrada que remonta a los apóstoles y que no se debe reformar, salvo en detalles secundarios.

SIGLO VIII: La Misa para esta época es explícitamente el eje central para la evangelización de los pueblos.

SIGLO X: Hasta este siglo la presencia real de NSJ en la Eucaristía ni se dudaba ni se discutía, tanto sacerdotes como laicos profesan la Fe con certeza clara de que después de la Consagración lo que hay en el altar es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El primero que osó negar esta verdad de fe fue Berengario de Tours que inició la herejía que afirma una mera presencia simbólica y no real en la Sagrada Eucaristía (Cfr. Dz. 355).

SIGLO XI: La expresión de los ritos de la Misa se enriquece con los cantos gregorianos, el órgano y una buena acústica en la catedrales góticas.

SIGLO XIII: Concilio de Letrán declara el dogma de fe que después de la consagración se convierten de modo sustancial en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

SIGLO XIV: Algunos sacerdotes colocan los cimientos de la revolución protestante al negar la presencial real de Cristo en la Eucaristía entre ellos Juan Wiclef, Lolardo Walter y Juan Huss, entre otros.

SIGLO XV: Con el renacimiento del paganismo surge el naturalismo que ataca las bases sobrenaturales de la Religión Católica incluido el sentido sacrificial de la Misa

SIGLO XVI: Los herejes Martín Lutero, Ulrico Zwinglio, JuanCalvino y el rey de Inglaterra, Enrique VIII, buscan deformar el culto exterior de la Iglesia centrando sus esfuerzos destructivos sobre tres puntos esenciales:

1. Negación del carácter de sacrificio propiciatorio de la Misa, quedando sólo en una especie de asamblea comunitaria sin consagración que sería un simple memorial de la cena pascual

2. Negación de la transustanciación. Dicen que Cristo solo está presente de manera espiritual en medio de la asamblea que se reúne en su nombre. La Eucaristía es sólo un símbolo a ser reconocido por la fe de los que asisten, por eso la toman con la mano y se reparte vino a los asistentes.

3. Negación del Sacramento del Orden Sacerdotal, que es reemplazado por el sacerdocio colectivo de los fieles presidido por un pastor de la asamblea.

Frente a estas herejías el Espíritu Santo Suscitó la acción del Concilio de Trento y de San Pío V para canonizar el orden litúrgico y así establecer una barrera sólida contra la herejía. Fruto de este celo apostólico son los cánones sobre la Misa y la bula Quo PrimumTempore que garantiza el derecho a perpetuidad, sin que nadie pueda legítimamente impedirlo, a cualquier sacerdote hasta el fin del mundo, que quiera celebrar como el rito que hoy se conoce con el rito de San Pío V (Cfr. Dz 942)

Me permito recordar estos cánones... (continuará).