UNA VOCE AGUASCALIENTES es una asociación católica que agrupa fieles laicos de nuestra diócesis que buscan promover el uso de la liturgia según el «Rito Gregoriano», en especial la Santa Misa conocida también como tridentina, de San Pio V o Tradicional. Esta iniciativa responde al llamado de S.S. Benedicto XVI que nos pide interpretar la historia reciente de la Iglesia bajo la hermenéutica de la continuidad: «Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande». Estas palabras del Santo Padre están tomadas de la carta dirigida a los obispos del mundo que acompaña el Motu Proprio “Summorum Pontificum”, con la cual explica su decisión de reconocer y restaurar los derechos y libertades de la liturgia católica conforme las normas vigentes en 1962 (anteriores a la reforma post conciliar de 1970) y con ello permitirnos «vivir la experiencia de la Tradición» que a tantos hombres y mujeres santos nutrió en siglos anteriores. Nuestro objetivo es dar a conocer este tesoro de la liturgia a toda persona, clérigo o laico, que desee enriquecer su herencia litúrgica dentro del rito romano. Asimismo nuestro empeño está en facilitar los medios para que este venerable Rito se celebre y aproveche de la mejor manera. «Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de darles el justo puesto.» S.S. Benedicto XVI.

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martes, 12 de julio de 2011

PRONUNCIACIÓN DEL LATÍN ECLESIÁSTICO.


El latín eclesiástico tiene la pronunciación exacta del italiano moderno y ningún hispanohablante deberá tener dificultades en lograrla.

En cuanto a las vocales, observamos lo siguiente: a, e, i, o, u, son igual que en español, pero además tenemos dos ligaduras, a saber: æ y œ, que antiguamente, en tiempos de los romanos, tenían el valor de ai y oi, respectivamente; mas ahora se pronuncian simplemente como e. Así, ‘cælo’ = che-lo, y ‘pœna’ = pe-na.

La j en latín eclesiástico es semi-consonante, y tiene el valor de la y en español, es decir, que NO se pronuncia con el espíritu áspero al que estamos acostumbrados. Por ejemplo, cuando vemos en el misal ‘Alleluja’ o ‘Jesu’, decimos Al-le-lú-ya y Yé-su (pero no Llésu).

La q seguida de u se pronuncia ku. La u nunca es muda como en español, por lo que al leer ‘quotidianum’ decimos kuo-ti-diá-num.

La g seguida de e o i, tiene un sonido suave, como el de nuestra ll: ‘regina’ = re-lli-na.

La g seguida de n suena como la ñ española. Así, ‘regnum’ se pronuncia re-ñum.

La h tiene dos valores en el latín eclesiástico. Los alemanes, por ejemplo, la pronuncian como una j española muy suave; mientras que los italianos la consideran muda. Entonces ‘hodie’ = ó-die.

La c seguida de e, i, æ y œ, se pronuncia como la ch nuestra: ‘cælo’ = che-lo, y ’sanctificetur’ = sanc-ti-fi-che-tur.

Las dobles consonantes no se simplifican, sino que se pronuncia la primera y a la mitad se pronuncia la segunda: ‘dimittimus’ = di-mit-ti-mus.

[Las excepciones son: la doble c seguida de e o i, que se pronuncia c-che o c-chi: 'ecce' = ec-che; la sc seguida de e o i, que se pronuncia che: 'descendit' = de-chén-dit; y la ph y th, cuyos sonidos son, respectivamente, f y t.]

La letra t seguida por i + a, e, o, u, toma un sonido complejo: ts. Así, ‘tentationem’ se lee ten-ta-tsió-nem.

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